Santos Chávez «Desde la Tierra al Agua»
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Cuando pensamos en la acuarela como expresión artística, creo que la gran mayoría de nosotros se retrotrae a la época escolar, periodo en que las clases de artes visuales, en mi tiempo se llamaban técnicas manuales, eran el momento en que experimentábamos con esta pintura que viene en pomo y se diluye con agua para ponerla sobre papel, y que en mi caso siempre tenía desastrosos resultados vale mencionar. El arte de la acuarela es una forma de expresión visual verdaderamente única y cautivadora. Utilizando pigmentos solubles en agua y el papel como lienzo, los artistas profesionales e incluso los que son aficionados, pueden crear obras que transmiten una delicadeza y luminosidad incomparables. Lo que hace que la acuarela sea tan especial es su capacidad para capturar la transparencia y la fluidez. Los colores pueden ser aplicados en capas sutiles, permitiendo que la luz brille a través de ellos, lo que da como resultado efectos luminosos y vibrantes. La técnica de la acuarela a menudo implica un equilibrio delicado entre el control y la espontaneidad, ya que los pigmentos reaccionan al agua de maneras sorprendentes y a veces impredecibles, lo que se denomina que se “corrió” la acuarela, pudiendo ello ser fatal para una obra.
Los artistas de la acuarela dominan en general una amplia gama de habilidades, desde la mezcla precisa de colores hasta el manejo del flujo de agua y el control de las pinceladas. A pesar de su aparente simplicidad, la acuarela puede ser un medio altamente desafiante que requiere práctica y paciencia, ya que entre otras particularidades y a diferencia de otras técnicas, no tiene posibilidad de corrección, un error en el trabajo y la obra queda atrás, en ello es mucho más esquiva que el óleo o el acrílico. El resultado final de la acuarela como expresión es el de un arte que a menudo evoca una sensación de tranquilidad y belleza. Cada obra es única en su capacidad para transmitir emociones y narrativas a través de la mezcla de colores y las formas creadas por la transparencia de la acuarela. Además, es generosa con toda interpretación, naturalezas muertas, paisajes, retratos, entre otras.
En resumen, el arte de la acuarela, que viene de la China milenaria, es una forma de expresión visual que combina la técnica con la espontaneidad y la belleza natural con la creatividad del artista. Es un medio apreciado por su capacidad para capturar la luz y la atmósfera de manera única, y sigue siendo una fuente de inspiración para artistas y amantes del arte en todo el mundo. En nuestro país hay muchos y buenos representantes de la acuarela, Hardy Wistuba y Ricardo Adwanter, sin duda han sido de los más reconocidos, pero hay muchos otros hoy en día dedicados a esta técnica.
Todo lo anterior está presente en la exposición “Desde la tierra al agua”, acuarelas de Santos Chávez, que presentamos desde hoy en el museo Baburizza, junto a la Fundación que lleva su nombre y cautela su obra, con el gran apoyo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Una muestra que da cuenta del trabajo de este gran artista chileno, de origen Mapuche, que principalmente se dedicó y destacó como grabador, pero que experimentó con gran maestría y talento en la técnica de la acuarela, principalmente al final de su tiempo, cuando le era un poco más duro el trabajo con las gubias y las planchas para grabar.
Esta exposición es una ocasión inédita para ver presentadas por primera vez el total de sus acuarelas cauteladas por la Fundación Santos Chávez, en su casa llamada “Kallfu Mapu”, ubicada en la antigua y señera calle Cajilla, en pleno corazón del barrio puerto de nuestro Valparaíso, propiedad reconstruida por la entidad, muy prolijamente y siendo un excelente espacio para este artista y su obra y el encuentro con su mundo y con Valparaíso, ciudad a la que Santos le tuvo especial afecto.
En las acuarelas vemos el imaginario de Santos, ese al que nos acostumbró en serigrafías, xilografías y punta seca, entre otras, pero ahora reflejados en acuarela y papel Canson. La Cosmovisión de su pueblo, la luna, el agua y los bosques, todo presente a través de la sutileza de las capas sobre puestas de acuarela. Unas verdaderas “joyitas”, en pequeño formato, pero de una fuerza y calidad inmensas son las que apreciamos en esta exposición, que esperamos sean muchos los visitantes que vengan hasta el museo de Bellas Artes porteño, el palacio Baburizza y se regocijen con estas piezas, que es de justicia mencionar que su viuda, Eva, se encargó personalmente en su momento de enmarcar, para que pudieran ser presentadas alguna vez. Lástima que ni ella ni Santos estén para ver la muestra, pero seguro su espíritu estará presente.
Rafael Torres Arredondo
Director Museo Baburizza