Gregorio Fontaine y Walter Bee infiltran la tradicional colección del Museo Baburizza
Basados en Valparaíso, Gregorio Fontén y Walter Bee ejercitan proyectos de arte experimentales a partir de observaciones del entorno. Sus trabajos recopilan energías del ambiente para traducirlas a obras que interpelan los sentidos. Los artistas interrogan los límites de nuestra percepción, ampliando las posibilidades de captar fenómenos que, por desconocimiento, solemos pasar desapercibidos. Pero, además, en este proceso, han ido desarrollando un archivo muy particular del Valparaíso, registrando sus ecos, ladridos de perros, vientos, luces, voces.
Unidos por esta sensibilidad común, en sus distintas obras los artistas hacen visible lo invisible. Los une, además, una actitud científica, relacionada con sus respectivas formaciones. Gregorio Fontén es doctor en Artes Sónicas por Goldsmiths University of London, y conoce muy a fondo los componentes físicos del sonido. Walter Bee, italiano afincado en Chile, es experto en restauración (además de ser artista visual y escenógrafo) por lo cual también tiene un profundo conocimiento sobre la composición de los materiales e imágenes. Ambos suelen utilizar en sus obras elementos tecnológicos para captar y transmitir energía, privilegiando la experiencia del observador y apelando al pensamiento crítico.
LAS OBRAS
Gregorio Fontén: Llena de Resonancias
Fontén monta una tela en blanco tensada sobre bastidor frente a la pintura de Henri Dupray “El tambor”, que pertenece a la colección del Museo. Esta obra es parte de un proceso que consiste en visibilizar los comportamientos sonoros y las proporciones de vibración entre diferentes frecuencias que generan diferentes respuestas afectivas, determinando lo que culturalmente consideramos “armónico” o “ruidoso”. Parte de este proceso de investigación se tradujo en obras mostradas junto a Walter Bee en Galería AFA y en Puerto de Ideas, el año pasado.
La obra consiste en percutir la tela mediante un transductor que permite activar las resonancias que tiene el mismo material, haciéndolo vibrar. Esta intervención cuestiona la idea de que una tela en blanco está vacía, demostrando que está “llena de resonancias”. Junto a la bailarina Alexandra Mabes, Fontén realizará performances el día de la inauguración, donde también demostrará cómo las frecuencias se pueden traducir a imagen.
Walter Bee: Elegía B
Walter Bee interviene la sala dedicada a Naturaleza Muerta del Museo con una instalación donde dispone sobre una mesa un conjunto de paralelepípedos (prismas de seis caras) realizados en yeso y pintados de colores. La obra, de gran sencillez y síntesis formal, se plantea como un cuestionamiento a la reificación del arte, es decir, el concebir las obras como “cosas”, “objetos”, por analogía con la naturaleza.
Siguiendo lo que ha sido su permanente investigación sobre la mirada, Walter Bee hace que el observador se concentre en la superficie de un objeto elemental, una “cosa” que no representa nada más que a sí misma. Desde esta posición interroga el proceso de mirar y ser mirado, y cómo la cultura moldea esa experiencia. La obra de Walter Bee pone en crisis también los géneros tradicionales del arte, como modelos que limitan la percepción.