Entrevista con Rodrigo Alfaro: Escultor de las obras expuestas en la terraza del museo Baburizza
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Valparaíso, Chile – En el corazón vibrante de Valparaíso, entre la brisa marina y los colores que pintan el cielo, el Museo Baburizza se convierte en el escenario de una experiencia única este verano. Rodrigo Alfaro, el escultor visionario de Los Andes, trae consigo una colección que desafía la quietud y abraza la esencia misma de la dinámica cultural.
Con una sonrisa acogedora, Rodrigo nos recibe en la terraza del palacio convertido en galería temporal. Sus ojos brillan con la pasión de quien ha dedicado su vida a esculpir la esencia misma de su tierra y su gente. Entre las obras que rodean nuestro encuentro, dos destacan por su vínculo intrínseco con el museo, Valparaíso y los pueblos originarios.
«Cada escultura que presento aquí tiene un pedazo de mí y de la historia que me rodea», expresa Rodrigo con un gesto de profunda conexión con su arte. «Maquinaria Pesada”, busca reflejar la vida del puerto de Valparaíso, sus máquinas gigantes danzando al ritmo de los barcos y el movimiento incesante que define su existencia. Quise capturar esa energía en una forma estática, pero llena de vida.»
Sus palabras nos transportan al bullicio del puerto, donde la esencia misma de la ciudad parece cobrar forma en el bronce y el acero. Pero es con su segunda obra, “Dioptra Andino” donde Rodrigo nos invita a mirar más allá, a conectarnos con las raíces más profundas de nuestra identidad.
«Dioptra es un tributo a nuestros ancestros, a esas culturas originarias que nos precedieron», explica Rodrigo con reverencia. «Me inspiré en el viento y en el equilibrio, elementos que simbolizan la armonía con la naturaleza y el respeto por nuestras tradiciones. Quise crear una obra que no solo se admire, sino que también nos haga reflexionar sobre quiénes somos y de dónde venimos.»
La exposición de Rodrigo Alfaro en el Museo Baburizza es un recordatorio de que el arte no solo embellece, sino que también educa y transforma. Sus esculturas nos invitan a mirar más allá de lo evidente, a explorar los rincones más profundos de nuestra identidad como chilenos y como seres humanos.
Con una mezcla de gratitud y admiración, nos despedimos de Rodrigo, dejando atrás un mundo de emociones talladas en bronce y acero. Su legado perdurará en cada mirada que se detenga frente a sus obras, en cada suspiro que se pierda en la contemplación de su arte.